jueves, 20 de marzo de 2014

Incertidumbres con café.

“Soy un tipo con poesía” me dijo, y me dejó en la nada. Y hacía tan poco me habían mentido en la cara, desnuda completamente y sin almohadones para amortiguarlo. Cuando se juntan dos poetas las metáforas lo invaden todo y se habla más claro que nunca, porque entre líneas nos entendemos. Quedó esperando, y yo mirando. Y el silencio gritaba más, pero yo no me animaba, y él, él creo que tampoco. El miedo en el aire recorría la sala y erizaba la piel mucho más que el inicio del otoño, porque el miedo es sabio, porque anuncia algo desconocido, algo grande, algo que no se puede controlar. Y qué cosa difícil perder el control. Y de repente miramos, el café se había enfriado, las velas consumidas, las estrellas en plena noche y nosotros en pleno caos. El miedo ya no era nada, porque cuando abrimos los ojos era tarde para pensarlo, porque cuando se siente uno se encuentra, y cuando te encuentran ya no te sentís olvidado. Y qué íbamos a hacer con todo eso en la cabeza? Ninguno sabía. Entonces nos fuimos, nos callamos. Dejé caer los versos en la almohada, y el caos, y su existencia; y tal vez con un café en la mañana las incertidumbres se fueran y dejaran espacio para la nada.