jueves, 3 de octubre de 2013

Café.

Y allí estaba, mirando la gente pasar caminando a través de la ventana empañada. De chica solía hacer lo mismo, cada día de lluvia se paraba de puntitas de pie en su ventana, mirando la lluvia caer sobre la calle de tierra y soñaba. Soñaba que esa calle de tierra era un país desconocido, una ciudad lejana a kilómetros de allí. Se imaginaba miles de historias acompañando a esa gente que caminaba y olía a café after office. Aquella niña del interior quería ser muchas cosas, quería viajar, quería estudiar, quería llenarse de aromas y sabores desconocidos pero sobre todo quería algún día sentarse en un café, de alguna capital del mundo. Sentarse con un libro, luego de un día de estudio o trabajo, pedir un cappuccino, mirar por la ventana y disfrutar de estar enamorada de la vida.
- Estás distraída, le dijo él con sus ojos avellanas intentando leer sus pensamientos.
- Estaba recordando, nada más, le respondió ella volviendo a la realidad.
Y allí estaba, mirando la gente pasar caminando a través de la ventana empañada, tomando un cappuccino con canela, con aroma a libro nuevo en sus manos, enamorada de su vida, y acompañada por él y su sonrisa de ensueño que le recordaba a esa niña que su imaginación inocente ahora era pura realidad.